En las últimas décadas el diagnóstico de niños con trastorno del espectro autista ha crecido. Solo en España, las cifras del Ministerio de Sanidad indican que 1 de cada 150 niños padecen este trastorno, y su incidencia va en aumento. Básicamente,
se trata de un conjunto de alteraciones que dañan la capacidad para comunicarse del niño, a la vez que reducen su esfera de intereses y actividades y afectan su desarrollo cognitivo y emocional. Sin embargo, en la mayoría de los casos el autismo no llega solo. Los estudios científicos avalan la existencia de otras alteraciones que parecen estar relacionadas con el desarrollo de este trastorno y que suelen aparecer con frecuencia en los niños que padecen autismo.
Los problemas más frecuentes vinculados al autismo
1. Alteraciones sensoriales
Una de las comorbilidades más comunes en el trastorno del espectro autista son las alteraciones sensoriales. De hecho, muchos de los
niños con autismo tienen una sensibilidad extrema a determinados sonidos, texturas, olores y sabores. Muchos reaccionan de manera exagerada con gritos, llanto o una conducta abrupta ante sonidos cotidianos como el timbre del teléfono, el sonido de las olas contra las rocas o el claxon de un coche. Algunos suelen ser muy susceptibles a determinados tejidos o texturas cuando estas rozan su piel o se alarman de forma exagerada cuando alguien los toca.
Los expertos consideran que esto se debe a una alteración de los sentidos a nivel cerebral, que afecta el funcionamiento de sus órganos sensoriales.
2. Retraso mental
En el imaginario popular se ha asentado la idea de que los niños con autismo tienen un intelecto muy desarrollado, pero la realidad es diferente. De hecho,
las estadísticas apuntan que alrededor del 75% de los niños que son diagnosticados con un trastorno del espectro autista tienen una inteligencia por debajo de la media e incluso desarrollan un retraso mental. Muchos de estos niños suelen tener problemas de aprendizaje, un marcado retraso en el lenguaje y el habla, así como deficiencias en sus habilidades cognitivas. La mayoría posee un cociente intelectual muy bajo que apenas les permite desarrollar las habilidades básicas que necesitan para desenvolverse en su vida cotidiana.
3. Epilepsia y convulsiones
Las cifras indican que entre el 20% y el 65% de los
niños con autismo padecen epilepsia con convulsiones, lo que significa que uno de cada cuatro niños con autismo sufre convulsiones en algún momento a lo largo de su vida.
Los expertos aún no han podido determinar con exactitud la relación entre la epilepsia y el autismo, pero la evidencia indica que podría estar relacionado con un aumento de la vulnerabilidad debido a alteraciones en las interconexiones neuronales y en la cantidad de neurotransmisores y receptores, al menos así lo afirma un estudio realizado por investigadores de la
Universidad Veracruzana.
4. Esclerosis tuberosa
También se conoce como Síndrome de Bourneville Pringle y se trata de una extraña enfermedad genética y hereditaria que provoca la aparición de tumores benignos y no cancerosos en el cerebro u otros órganos importantes. También suele provocar la aparición de manchas rojas en el rostro o con textura de cáscara de naranja, sobre todo en la zona de la espalda. Y en algunos casos puede ser causa de discapacidades intelectuales y crisis epilépticas. Las estadísticas indican que este trastorno está íntimamente relacionado con el autismo, de hecho, se conoce que entre el 1% y el 4% de los niños que padecen un trastorno del espectro autista también sufren esclerosis tuberosa.
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